Un poco de alergia mezclada con insomnio, Doyle y Bajtin revisitado.
Problema del gran tiempo
El límite a sus palabras pasa a ser el límite de mis acciones. Mi barrera
defensiva se pone en mi contra y me hace tambalear entre monólogos de llantos y
abrazos caninos. Acaricio cada recuerdo como si fuera lo último en lo que
quisiera pensar antes de continuar la ficción de fingir olvidar. Una sensación
sobre la que se ha escrito tanto, indefinible, devastadora, resurrecciones a la
vuelta de la esquina. Me hundo en la bipolaridad mientras contemplo cenizas
mojadas por lágrimas. Busco la atención de siempre en los mismos lugares
errados, firmando rendiciones y bebiendo de mi credulidad infinita. La aguja
diferente, apunta y marca, una gotita sube por mi brazo y se pierde en mis
labios. Un sabor en el tacto que secuestra lo reciente y lo disuelve en
almohadas que actúan llenas de ojos.
La relectura de un testamento en lugar y tiempo equivocados. Las
pausas no hechas vuelven y pasan su factura, colectan su deuda torturando la
inmortalidad anímica de un enamoramiento sutil. Borrar, borrar la empiria,
limpiar las huellas, soy la escena andante de su crimen. Desincronizaciones de
aquí y de allá, pequeñas prisiones de inseguridad y la levedad agraciada de nuestras
deidades bohemias. La casa vuelve a ganar, los olvidados festejan mis deudas de
siempre. Los artesanos me consuelan con recuerdos modificados mientras descanso
de un laberinto ya explorado.
Los puntos de cierre me miran, exigen lo que no puedo darles. Provocar
lo que no se sabrá controlar: un encuentro de simbiosis anhelada en pasillos finalísticos. Pisadas frescas y mucha niebla en mi tercer ojo
para perseguir a la fugitiva que yo mismo creé.
Nicolino
19/07/12
19/07/12