jueves, 14 de junio de 2012

XXXV


El peligroso vínculo entre realidad y ficción mediado por una escritura que abre y cierra un algo del que nunca se sabrá su forma. Puntos de cierre sin suspenso.


La ilusión de la observación participante


Never before was I to delight a suchlike chef d'oeuvre,
Its mere presence imposes a taciturn remaining on me
Philip Breuer


Talismanes quebrados en pasillos silenciosos auguran gritos apagados en ascensores solitarios. Tus secretos no compartidos se vuelven bombas de tiempo entre mis engranajes mentales. Nuestra extraña guerra que no termina, ¿será el miedo nuestro enemigo en común?
Un pequeño desierto divide, nos distancia y, a la vez, nos tienta hacia algo indefinido. Los circulitos de dolor me hacen repetir, busco miradas fuera de foco cultivando promesas podridas.
Los ojos en tu nuca me mantienen en un vuelo confuso, me olvido de intentar no hacer nada. La imagen cegadora -creación egoísta de mis fantasmas artesanos- que baila y baila con la culpa de siempre y nunca (los problemas territoriales…).
El pasado -y sus entes- y el futuro -y sus oráculos- se mezclan en nuestra escritura caótica. Un presente de calor que ayuda y perjudica, cuerpos que piden desfragmentar la mente. Una toma de conciencia que no alcanza, el ojo de mi mente me declara prófugo mientras corro hacia el vacío de tus palabras. La lejanía y mis ganas inquilinas, explosiones redundantes llenas de ignorancia y traición.
Ilusión que negocia la visión, mi vieja reliquia de plata gastada nubla los implícitos y tergiversa las palabras. Tus intereses en letra chica y mi inocencia inagotable desparramados en nuestro camino asaltado por escritos, canciones y polaridades. Un camino forjador de vicios estirados, repetidos y condenados a perder su sabor en el sin tiempo cotidiano.
El punto arquimédico demorado ocasiona la supernova de siempre. Tus particularidades eternizables se pulverizan en mis noches licuadas, juicios amargos que condenan tus representaciones, tus infinitos nombres a su eterna oxidación.
Recuerdos (pequeños) y deseos (grandes) prontos a ahogarse junto a mis lágrimas ferneteras, mientras con-tem-ple perdidamente alguna cálida luna de invierno.


Nicolino
14/06/12

miércoles, 6 de junio de 2012

XXXIV


Cuando cierta palabra choca durante todo el día, la noche espera el momento justo para avisarte cuando vomitar todo eso que llevás adentro de la mente y que esa palabra cataloga.

Trece veces no miedo

Miedo que es eternidad, promedios de semestres repetitivos y augurios dorados.

Miedo que es imán, magnetismo de tragedias exageradas.

Miedo que es bronca, ceguera eterna de raíces mal cortadas.

Miedo que es círculo, inicios adictos a los mismos finales de siempre.

Miedo que es alegría, risas subtituladas en idiomas desconocidos.

Miedo que es cadena, eslabones frágiles de venas tristes.

Miedo que es desesperación, piedras conocidas y pies sangrantes.

 Miedo que es olvido, charlas entre oídos sordos y cómplices.

Miedo que es cambio, contrahegemonía sentenciada a ser absorbida.

Miedo que es sueño, noche postergada de ojos sellados.

Miedo que es luz, sombras cercanas de resolución.

Miedo que es rostro, romboide de plata infinito y repetido.

Miedo que soy, eterno imán de bronca circular y de alegría débil que configura el olvido de cambiar y los dulces sueños de ese rostro infinito.

Nicolino
03/06/12