jueves, 31 de mayo de 2012

XXXIII

Otro producto más del insomnio, una habitación que a veces es bunker y a veces campo de batalla.


Mis metros utópicos

Quiero arrancar este texto creyendo en la absurda mentira de que no tendrá destinatario. La situación se asemeja a un alivio durante la medianoche, un silencio de ruidos agudos y de piedritas anímicas. Algún yo está sentado en un colchón e iluminado por una luz que parpadea, invitación escondida a dormir o a querer pensar sobre oscuridad en la oscuridad.
Pero no, por primera vez mi alivio puede más. Por… ¿suerte? Mi ánimo sostiene deformemente un lápiz cansado y mis ojos persiguen los trazos matizados que salen de mi cabeza. Escribo de escribir, me escribo escribiendo, sintiendo, tratando, imaginando y pensando que esto es para mí. Un esto tan híbrido como mi trayectoria, un intento más de piedra angular y cuello dolorido pero, esta vez, con toques de yerba mate.
Todo se da en una habitación que muta día por medio, una prolongación de esa no definición de todo lo que toco. Acepto (soporto) este lugar, lo hago mío ante la imposibilidad de descartarlo. Sin haber placer de eliminar que cuente, no se me deja ser prófugo. Y lo peor es que la eterna conciencia del error me hace pensar, analizar, derivar, abstraer e incluso teorizar acerca de un futuro cercanamente cegador. Un futuro de habitación cambiada, un par de metros cuadrados que, si o si, me verán cambiar.
Y todo es una utopía, una utopía de anonimato híbrido, un cuento fallido de héroe no reconocido que algún día será lo que quiera ser (porque si no, no será…).

Nicolino
28/05/12

martes, 15 de mayo de 2012

XXXII


Palabras que nacen de otras palabras, párrafos compartidos que se deprenden de otros que han sido creados para no ser leídos. Él los descubrió, los infló, los entendió, los hizo crecer y los multiplicó. Palabras que vienen de otro lado y que resurgen en una interpretación que hila fino entre la realidad y la ficción. Acá está, esto es, palabras regaladas (porque regalar palabras, para mí, es de lo mejor). Gracias.

Dulce Matera


¡Un fernet sin lágrimas, por favor!

Horas y horas de esa nada no pasajera, días repartidos en semanas mellizas, la pobre matera sufre la monotonía (gran enemiga de los seres con conciencia). Un reflejo de potus en tus ojos de bronce, recordar para no volver. Unas lágrimas de plata en un paquete de cigarrillos y… menos que menos, arcaísmo sentimental, un oxímoron de fruta prohibida y podrida a la vez.

No quedan (¿nunca hubo?) muchas opciones en esas madrugadas de segundos licuados y ojos rojos. El frio arruina la poca yerba que queda, se hace difícil juntar el mínimo de interés que hay por seguir despierto (porque dormir nunca es una opción).  Pero el bronce y la plata siguen ahí, cercanos, tan solo mediados por charlas con ojos ajenos o divanes metafísicos.

¿Puede volver a caer? Quizás la pregunta sería si todos podemos volver a caer en algún momento (o si en realidad seguimos cayendo). Algunos se intentan salvar en pareja y otros arman bailes de aguas profundas pero nuestra matera se propone a estar mejor. Y por eso surge un estandarte de interés en contra de la monosilábica cotidianeidad; una madrugada fundacional, una construcción binaria y literaria. Un construir que parece siempre solución.

De esta forma reflotan tus letras catárticas, letras que no se leen sino que exigen ser tocadas. Se trata de sentir mediante un interés difícilmente clasificable, un veremos en espera eterna, una confianza de caballo troyano. Todo por un permiso casi no dicho, una infidencia camuflada en la virtualidad. Y el doble filo de los recuerdos y las palabras bonitas… pero vos no querés los mismos errores (tus mismísimos eternos). Tu pandoresca curiosidad te hace enfrentar a esas piedras de siempre en tu camino pedregoso, alegre y hostil durante fantasmagóricas sesiones de caleidoscopio.

Es que así serán tus días, dulce matera, postulando ese camino a seguir, entre mates y apuntes o entre tus siestas polémicas y tus fernets de olvido. Vos pensás que siempre vamos a mirar atrás (como Orfeo, la mujer de Lot, tantos otros) y sentir el aliento de la repetición, del error (que busca diluir presentes). Pero también vamos a seguir quemando ideas para encontrar algún interés, articulando los tiempos desencontrados y programando futuros de apagones masivos y bicicletas voladoras… siempre que haya interés, nunca habrá monotonía.

Nicolino
27-28/04/12

martes, 8 de mayo de 2012

XXXI


Del insomnio surgen muchas cosas, demasiadas cosas considerando que uno se está privando de los placeres de dormir. Uno de los productos de mi peor momento en relación a mis horas de sueño es este escrito.

 Cartas de arena

Desatar un manojo de ideas en una noche que simula estar vacía es un vicio difícil de dominar. Es comenzar algo que uno sabe que no va a terminar, ansiedades que siempre traicionan… Un gusto de derrota permanece en el aire dibujando imágenes en la oscuridad y haciéndome entender porqué la z está al final del abecedario.
Una vela intenta purificar la madrugada, luz tenue que tiñe el azul de las paredes haciendo aparecer sombras y colores trastocados. Sumar a mi cuerpo auriculares es pactar una cuasi existencia vampírica (quitando lo emocionante que eso pueda tener) y alejándome de un supuesto sueño que, encima de todo, pretendía ser reparador.
Al divagar por el éter porteño vuelven las ideas, horda de malditas inmortales que arremete contra la poca calma que un maquinador puede apilar. Otro castillo de cartas de arena es asediado, desplomándose en medio de mi habitación. Un intento de final viene de la mano de una tormenta de arena que apaga la flama y me deja desnudo en un gélido desierto.
El insomnio me obliga a recorrer un sendero mientras sueño despierto, cruzándome con oasis de lunas rosadas y mujeres de bronce. Ilusiones de primera mano creadas por mis fantasmas artesanos. Ellos me hacen transitar sentidos que pensaba haber enterrado y construir rostros tenebrosamente perfectos. No hay malas intenciones sólo supuestas lecciones de vida  de estos fantasmagóricos eruditos.
Un carro de fuego extrañamente familiar me arroja del desierto, me hace abandonar las enseñanzas para descubrirme en mi dulce colchón. Los sueños del insomnio son devastadores, bellas consecuencias de jugar con cartas de arena que nos hacen descubrir que hasta los maquinadores podemos cerrar los ojos.

13/04/12
Nicolino

martes, 1 de mayo de 2012

XXX


Hace casi un año, se concentraron en un día elementos muy disímiles. Un pianista, una mujer y el llanto ajeno de alguien. Aislado en mi inacción, sólo pude reaccionar escribiendo (lo unico que se puede hacer a veces).

Claro de superluna

Dos rosas en la tapa de un piano se balancean proyectándose en el borde de mi locura. Una mujer intenta tocar notas bastardas, extinguidas hace tiempo. Pétalos de fuego y lágrimas de olvido queman su piel y borran sus recuerdos. Ella olvida, abandona, desaparece. Pero una parte continua, seis años de melodía etérea… sufriendo. Un recuerdo mantiene viva a una pianista que ya no tiene voz, que no tiene rostro; manos de olvido tocan eternamente mi piel de marfil.

Nicolino
23/05/11