miércoles, 6 de junio de 2012

XXXIV


Cuando cierta palabra choca durante todo el día, la noche espera el momento justo para avisarte cuando vomitar todo eso que llevás adentro de la mente y que esa palabra cataloga.

Trece veces no miedo

Miedo que es eternidad, promedios de semestres repetitivos y augurios dorados.

Miedo que es imán, magnetismo de tragedias exageradas.

Miedo que es bronca, ceguera eterna de raíces mal cortadas.

Miedo que es círculo, inicios adictos a los mismos finales de siempre.

Miedo que es alegría, risas subtituladas en idiomas desconocidos.

Miedo que es cadena, eslabones frágiles de venas tristes.

Miedo que es desesperación, piedras conocidas y pies sangrantes.

 Miedo que es olvido, charlas entre oídos sordos y cómplices.

Miedo que es cambio, contrahegemonía sentenciada a ser absorbida.

Miedo que es sueño, noche postergada de ojos sellados.

Miedo que es luz, sombras cercanas de resolución.

Miedo que es rostro, romboide de plata infinito y repetido.

Miedo que soy, eterno imán de bronca circular y de alegría débil que configura el olvido de cambiar y los dulces sueños de ese rostro infinito.

Nicolino
03/06/12

No hay comentarios:

Publicar un comentario