Cuando cierta palabra choca durante todo el día, la noche espera el momento justo para avisarte cuando vomitar todo eso que llevás adentro de la mente y que esa palabra cataloga.
Trece
veces no miedo
Miedo
que es eternidad, promedios de semestres repetitivos y augurios dorados.
Miedo
que es imán, magnetismo de tragedias exageradas.
Miedo
que es bronca, ceguera eterna de raíces mal cortadas.
Miedo
que es círculo, inicios adictos a los mismos finales de siempre.
Miedo
que es alegría, risas subtituladas en idiomas desconocidos.
Miedo
que es cadena, eslabones frágiles de venas tristes.
Miedo
que es desesperación, piedras conocidas y pies sangrantes.
Miedo
que es olvido, charlas entre oídos sordos y cómplices.
Miedo
que es cambio, contrahegemonía sentenciada a ser absorbida.
Miedo
que es sueño, noche postergada de ojos sellados.
Miedo
que es luz, sombras cercanas de resolución.
Miedo
que es rostro, romboide de plata infinito y repetido.
Miedo
que soy, eterno imán de bronca circular y de alegría débil que configura el
olvido de cambiar y los dulces sueños de ese rostro infinito.
Nicolino
03/06/12
03/06/12
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