jueves, 2 de septiembre de 2010

XVII

Unos versos venidos a mi mente por el azar de la locura fueron el génesis de este texto. La única aclaración posible que puedo hacer es que leemos a una enunciadora, una mujer en una extraña situación.


Labios anónimos

Pasillos caóticos
Caminos de ilusiones extorsivas
Rutas de tentaciones no transitadas
Puentes de miseria y cobardía

Oscuridad refractada en pupilas
Pensamientos a medio morir
Piernas sedientas, labios cansados
Gritos a medio callar

Pasos reflejados en pieles ajenas
Dulce desesperación en marcha
Resbalar, el placer de caer
Inútil intento de seguir muriendo

Risas pisoteadas en charcos
Rostros que fingen vivir
Olores de vida nauseabunda
Filosas lágrimas ajenas en el aire

El yugo de esos ojos
Es el final de mi camino
Suave brisa gélida
Algo late y no es mi corazón

No hay miedo en las pisadas
No hay vida en sus murmullos
Me espera del otro lado, en penumbras
La puerta a medio abrir, mi vida entrecortada

Quien corrompe la vida
Desde un cuarto sin salidas
Quien negocia las almas
Hasta el último grano de arena

Un pedido de labios anónimos:
“No prendás la luz”

Nicolino
01/04/10

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