San
El
viernes te quería decir algo de alguna forma, darte a entender algo ignorando
cualquier distancia planteada. Seguro siendo egoísta de mi parte, incluso ahora escribiéndote esto que "puede" quedar desubicado, un gesto extraño
aunque medio típico de un domingo a la medianoche.
Se me
cruzan muchas posibilidades sobre lo que te pasa y puede que no valga la pena
expresarte ninguna ahora, todo desde algún punto de vista infantil dentro
de los miles de etcéteras que forman la red mental de todo maquinador. Pero es que ese
viernes quería uno o dos segundos de verte a los ojos, borrando despacio todo
lo que sobraba. Unos segundos para acercarme y plasmarte algo en un susurro, para
que te queden tres palabras en la cabeza (y te molesten bastante, por supuesto).
Romántico y bobo en todo lo que escribo, toda una mezcolanza que percibiste
levemente en una escalera y en miles de paradas fantasmas de colectivo.
Encima tenía
una reunión, una razón para salir el viernes pero me tuve que enterar; un
magnetismo maldito que me viene cada tanto. El bondi se tomó su tiempo de manera entusiasta generando esa típica incomodidad temporal de mi parte. Se sumaba una conversación extraña con Maro
haciéndome pensar (qué raro, no?) que le había pasado algo. Y todo fue correr
esas dos últimas cuadras para comprobar la veracidad de mis miedos estando toda mi
mente en un solo punto... pero primero te tuve que ver. Moviste tan rápido
los ojos que me provocaste pensar, en el momento que los corrías, esas tres palabras pseudoeternas:
vine por vos.
Nicolino
22/12/14
22/12/14
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