domingo, 31 de mayo de 2015

XLVIII



San



            El viernes te quería decir algo de alguna forma, darte a entender algo ignorando cualquier distancia planteada. Seguro siendo egoísta de mi parte, incluso ahora escribiéndote esto que "puede" quedar desubicado, un gesto extraño aunque medio típico de un domingo a la medianoche.


            Se me cruzan muchas posibilidades sobre lo que te pasa y puede que no valga la pena expresarte ninguna ahora, todo desde algún punto de vista infantil dentro de los miles de etcéteras que forman la red mental de todo maquinador. Pero es que ese viernes quería uno o dos segundos de verte a los ojos, borrando despacio todo lo que sobraba. Unos segundos para acercarme y plasmarte algo en un susurro, para que te queden tres palabras en la cabeza (y te molesten bastante, por supuesto). Romántico y bobo en todo lo que escribo, toda una mezcolanza que percibiste levemente en una escalera y en miles de paradas fantasmas de colectivo.


            Encima tenía una reunión, una razón para salir el viernes pero me tuve que enterar; un magnetismo maldito que me viene cada tanto. El bondi se tomó su tiempo de manera entusiasta generando esa típica incomodidad temporal de mi parte. Se sumaba una conversación extraña con Maro haciéndome pensar (qué raro, no?) que le había pasado algo. Y todo fue correr esas dos últimas cuadras para comprobar la veracidad de mis miedos estando toda mi mente en un solo punto... pero primero te tuve que ver. Moviste tan rápido los ojos que me provocaste pensar, en el momento que los corrías, esas tres palabras pseudoeternas: vine por vos.



Nicolino
22/12/14

No hay comentarios:

Publicar un comentario