martes, 15 de mayo de 2012

XXXII


Palabras que nacen de otras palabras, párrafos compartidos que se deprenden de otros que han sido creados para no ser leídos. Él los descubrió, los infló, los entendió, los hizo crecer y los multiplicó. Palabras que vienen de otro lado y que resurgen en una interpretación que hila fino entre la realidad y la ficción. Acá está, esto es, palabras regaladas (porque regalar palabras, para mí, es de lo mejor). Gracias.

Dulce Matera


¡Un fernet sin lágrimas, por favor!

Horas y horas de esa nada no pasajera, días repartidos en semanas mellizas, la pobre matera sufre la monotonía (gran enemiga de los seres con conciencia). Un reflejo de potus en tus ojos de bronce, recordar para no volver. Unas lágrimas de plata en un paquete de cigarrillos y… menos que menos, arcaísmo sentimental, un oxímoron de fruta prohibida y podrida a la vez.

No quedan (¿nunca hubo?) muchas opciones en esas madrugadas de segundos licuados y ojos rojos. El frio arruina la poca yerba que queda, se hace difícil juntar el mínimo de interés que hay por seguir despierto (porque dormir nunca es una opción).  Pero el bronce y la plata siguen ahí, cercanos, tan solo mediados por charlas con ojos ajenos o divanes metafísicos.

¿Puede volver a caer? Quizás la pregunta sería si todos podemos volver a caer en algún momento (o si en realidad seguimos cayendo). Algunos se intentan salvar en pareja y otros arman bailes de aguas profundas pero nuestra matera se propone a estar mejor. Y por eso surge un estandarte de interés en contra de la monosilábica cotidianeidad; una madrugada fundacional, una construcción binaria y literaria. Un construir que parece siempre solución.

De esta forma reflotan tus letras catárticas, letras que no se leen sino que exigen ser tocadas. Se trata de sentir mediante un interés difícilmente clasificable, un veremos en espera eterna, una confianza de caballo troyano. Todo por un permiso casi no dicho, una infidencia camuflada en la virtualidad. Y el doble filo de los recuerdos y las palabras bonitas… pero vos no querés los mismos errores (tus mismísimos eternos). Tu pandoresca curiosidad te hace enfrentar a esas piedras de siempre en tu camino pedregoso, alegre y hostil durante fantasmagóricas sesiones de caleidoscopio.

Es que así serán tus días, dulce matera, postulando ese camino a seguir, entre mates y apuntes o entre tus siestas polémicas y tus fernets de olvido. Vos pensás que siempre vamos a mirar atrás (como Orfeo, la mujer de Lot, tantos otros) y sentir el aliento de la repetición, del error (que busca diluir presentes). Pero también vamos a seguir quemando ideas para encontrar algún interés, articulando los tiempos desencontrados y programando futuros de apagones masivos y bicicletas voladoras… siempre que haya interés, nunca habrá monotonía.

Nicolino
27-28/04/12

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