lunes, 26 de abril de 2010

VI

Tarde de domingo prolongada, ganas de escribir algo diferente, algunas palabras que salen solas... minutos después tuve como resultado este micro relato. No puedo pensar que conexión hacía entre lo que pasa en el texto y lo que pasaba en mi al momento de imaginarlo y escribirlo. Es algo tan automático, desprolijo podría pensarse a la vez. Este texto me gusta por su marcada diferencia con sus hermanos.


Ojos negros


Algunos árboles, noche fría y húmeda, pisadas frágiles en tierra salpicada. No saben donde se dirigen aunque sospechan como terminarán esa noche. Algo o alguien los ha estado siguiendo en todo el camino, una sensación lejana que hace temblar sus mentes y repensar sus vidas sólo para querer seguir internándose en esa muerte segura. Comprometen su moral al seguir los consejos de esa mujer pero la tentación los ha vencido. Dejan caer la poca humanidad que les queda al sentir que sus ojos ya no son del mismo color que antes. Los oídos mienten, eso creen. Sus paladares rememora un sabor olvidado. El aire se retuerce, se entumecen sus pulmones. Un fogón con muchas caras mezcladas en sus llamas los invita, muchos cuerpos apagados de la realidad, sus ojos se esfuman, sus manos recorren el filo de la vida. Ingresan a las llamas y dejan de ser lo que eran, se mezclan con el aire, se apagan por completo. Sus ojos, ahora del todo negros, vagan por el bosque y tratan de advertir que una vida nueva tiene su precio a pagar.


Nicolino
24/01/10

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